En la ciudad existe alrededor de una treintena de cúpulas que coronan edificios. El edificio de Correos es una construcción monumental y simbólica, cuyo tema decorativo principal es la velocidad, eficacia y alcance de las nuevas comunicaciones terrestres y marítimas. La Sala Principal del edificio, de planta elíptica, está cubierta por una impresionante cúpula de vidrio formada por unas 3500 piezas policromadas y engastadas en una estructura de metal que ocultan el antiestético respiradero. Representa en su centro el escudo de la ciudad rodeado de cartas y telégrafos. Marcando la forma circular se encuentran los escudos de las 48 provincias españolas, que simbolizan la unión territorial y social del país en esa época.
Aunque popularmente lo llamamos edificio de Correos, en realidad su nombre es el de Palacio de Comunicaciones, se comenzó a ejecutar en 1913, finalizándose en 1922. Destaca el acceso al edificio, enfatizado por un cuerpo saliente de mayor altura, enmarcado, en planta baja, por dobles columnas jónicas, y por un arco de medio punto con figuras alegóricas, en la parte superior. En el tímpano encontramos cinco figuras que representan a los cinco continentes clásicos (Europa, Asia, África, America y Oceanía). Sobre la triple arcada de la portada principal el escudo en piedra de la ciudad de Valencia. A ambos lados de la fachada encontramos dos pequeñas torres con cúpulas revestidas de zinc; adornadas con guirnaldas y lazos policromados en color dorado.
Vestíbulo con 18 columnas de mármol de estilo jónico que sostienen el entablamento de dos pisos altos. El segundo piso abre a la gran sala central a través de dieciséis arcos de medio punto. En el centro de esta claraboya un gran escudo de la ciudad de la que sobresalen rayos. Además dispone de 370 paneles vidriados con los escudos de las 48 provincias españolas, acompañados por rayos y cartas, emblemas típicos de Correos y Telégrafos.
Una vez me dijo un amigo que estuvo trabajando en Valencia: «en Valencia llueve poquísimo, pero cuando llueve, para los valencianos es como si Valencia fuera el único lugar del mundo donde llueve. Pues para todo igual». Pues cada vez estoy más convencido de que tenía toda la razón.
Una vez me dijo un amigo que estuvo trabajando en Valencia: «en Valencia llueve poquísimo, pero cuando llueve, para los valencianos es como si Valencia fuera el único lugar del mundo donde llueve. Pues para todo igual». Pues cada vez estoy más convencido de que tenía toda la razón.