Todos queremos tener y que los nuestros tengan un envejecimiento saludable, un estudio realizado por el grupo de investigación en envejecimiento y ejercicio físico del Incliva muestra que las personas centenarias mantienen de forma más efectiva la generación de las moléculas que regulan la expresión génica y que además, realizan esta regeneración mucho mejor que las personas octogenarias. Este proyecto, en el que ha participado Consuelo Borrás, está dirigido por José Viña, coordinador de dicho grupo de investigación.
Los datos de esta investigación refrendan la teoría de que las personas con longevidad extrema, es decir, aquellas que sobrepasan la barrera de los cien años, no sólo viven más sino que experimentan un envejecimiento más saludable ya que la aparición de enfermedades asociadas a la fragilidad y la discapacidad por la edad se manifiestan de forma más tardía. Los resultados de este estudio y el conocimiento de cómo regulan los centenarios la expresión génica podrían servir para generar herramientas y realizar intervenciones que permitan mejorar la calidad de vida de las personas octogenarias tomando como «modelo» la síntesis de microRNAs (pequeñas moléculas de RNA que se encargan de regular la expresión de los genes) de los centenarios.
Según la investigadora, uno de los aspectos más positivos y remarcables de este grupo de población es que los centenarios no sólo viven más, sino que están durante más años libres de enfermedad. «Normalmente las personas centenarias mueren de enfermedades relacionadas directamente con el envejecimiento pero las sufren durante menos tiempo, lo que garantiza su calidad de vida durante más años», ha indicado.
Borrás también ha asegurado que, según los indicios encontrados hasta ahora, la longevidad extrema tiene un importante componente genético: «todo apunta a que las personas centenarias lo son porque están predispuestas genéticamente a ello independientemente de los factores ambientales o de otro tipo que los acompañen a lo largo de su vida». Por eso, el siguiente paso de esta investigación es el estudio de los hijos de centenarios y su comparación con individuos que no lo son para comprobar cómo es su síntesis de microRNAs. Según ha informado Consuelo Borrás «si los descendientes de centenarios a los 75 u 80 años tienen un perfil genético similar a estos, a pesar de ser más jóvenes, podremos establecer una huella genética alrededor de la longevidad. Se cree que hay familias de centenarios, por lo que hay indicios de heredabilidad de ese perfil. De momento, los datos de esta segunda parte del estudio se encuentran en fase de análisis de resultados».